Foucault, usos en educación

viernes, 12 de marzo de 2010

EDUCACIÓN ETICA Y LA COMUNIDAD UNIVERSITARIA

Nilian Galavís*


Estamos en una época en la cual se dice que se han perdido los valores. Se busca, por tanto, propiciar que éstos sean retomados en el aula para que los estudiantes, al egresar, sean personas comprometidas no solo con su quehacer profesional sino también con su entorno: su comunidad, su país y el planeta mismo. En este marco se analiza lo que hace la Universidad a través de la capacitación de sus docentes, para alcanzar este objetivo.

Como todo en esta vida, la ética ha evolucionado y actualmente nos encontramos con la “ética de tercera generación”, la cual implica “una serie de instrumentos de gestión, vigilancia, diagnósticos, entre otros los que, junto a la ley, funcionan como aseguradores del acatamiento del deber moral” y, por lo tanto transforma nuestro afán de ser buenos en un trabajo continuo hacia la solución de todos los problemas sociales que hemos generado, por eso se expresa en términos de responsabilidad, y más precisamente, de Responsabilidad Social continua, Es decir, la “Ética de primera generación, fue sin duda la educación Religiosa con su propuesta de explicación total del sentido del mundo y la vida humana, la que aseguró primero la internalización y respeto de los deberes éticos, a través también de un sistema de recompensas y amenazas. Luego, la educación moral familiar y escolar que se le encarga hacer interiorizar y respetar las normas morales a los individuos”, y en la “Ética de segunda generación, pasamos de una coacción meramente interior a una coacción asegurada por la ley jurídica. No sólo tengo que respetar mis deberes éticos por mí mismo, sino que la ley jurídica me obliga a hacerlo y me sanciona si no lo hago”. Ahora se busca integrar la bondad y la justicia dentro de la perspectiva de la sostenibilidad, reconocer el vínculo del sujeto con su responsabilidad frente a todo y no solo frente al prójimo, reconciliar al sujeto con el mundo y no solo tener una relación objetivadora e instrumental.

Es aquí donde juega un papel importante la Universidad y sus docentes, pero, para lograr esto se requiere el compromiso de todos los miembros de la comunidad universitaria para que a través de ellos se capacite e involucre al personal docente en distintas áreas para cubrir las competencias necesarias para llevar a cabo su práctica docente y, al mismo tiempo, incidir en el desarrollo de los valores éticos de los estudiantes, tanto de primera, segunda como tercera generación.

En la profesión se debe asumir el sentido ético que conecte la dignidad del profesional con la de su desempeño laboral. De esta manera que “la ética, en el sentido profesional,…implica entrega vocacional, responsabilidad, honestidad intelectual y práctica” Así, el compromiso con nuestro trabajo surge de la lealtad a nuestra vocación: “La ética profesional se llama precisamente así porque es el fundamento ético de lo que profesionalmente hago y de lo que soy, en el desarrollo de una determinada forma de vida”


*Estudiante de la Especialidad en Docencia Universitaria (UNERG, Venezuela)

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