MILEXYS MAGALLAN*
Estos tres conceptos juntos indican la idea de que cada sociedad tiene la responsabilidad de la construcción de una personalidad ética, traspasando valores, y que no solo sea creer que estos valores se pueden aprender en las escuelas, liceos, universidades, sino que más bien este aprendizaje y de todo lo que viene acompañado de esto, se tiene que gestar desde la familia, familia que pertenece a una comunidad, comunidad que se integra a una sociedad, sociedad que puede desarrollarse de manera sólida, apoyada en el avance de una conciencia moral autónoma.
Sin embargo, es necesario que se tome conciencia de que la educación no solo depende de los gobiernos sino de la familia también, constituyéndose esta en la pieza primordial de la educación, pero aun así no dejando de lado a las instituciones educativas, ni a los gobiernos pues estos también juegan un papel importante, construyendo entre si una relación estructurada, articulada, organizada y respetada que garantice el futuro de las sociedades, y por extensión los países, continentes, el mundo entero.
Atrás deben quedar los antiguos paradigmas que aislaban las comunidades como entes transmisores de ética, educación, etc., más bien se deben articular para perseguir la construcción de una personalidad ética sólida, sosteniendo contenidos éticos de la propia vida pero apoyados en la educación. De la misma manera la ética se puede impartir dentro de los centros de enseñanza, con el fin de tratar de orientar e incluso determinar la conducta humana.
*Estudiante de la Especialidad en Docencia Universitaria (UNERG, Venezuela)
EDUCACION ETICA Y COMUNIDAD.
ResponderEliminarEl bien y el mal en nuestros tiempos
IMNY QUERO
Que difícil es educar individuos con una conciencia ética, los estudiantes hoy día manejan una ética utilitaria, donde el fin justifica los medios. Esta percepción se refuerza por un medio universitario con valores pragmáticos que jerarquiza los resultados por encima de los medios utilizados para alcanzarlos, no promoviendo el desarrollo de individuos responsables, ni concientizados de su papel en la sociedad; características estas indispensables para la evolución hacia una sociedad más justa y equitativa, es decir un desarrollo sustentable.
El saber ético no es espontáneo, requiere trabajarlo desde el hogar y en todos los estratos de la educación formal de cada ciudadano. Alcanzar este objetivo amerita la inclusión de contenidos éticos en todos los niveles del espectro educativo, de forma tal que se promueva una ética para la sustentabilidad que permita la necesaria reconciliación entre la razón y la moral de manera que los seres humanos alcancen un nuevo estado de conciencia, autonomía y control sobre sus modos de vida, haciéndose responsables de sus actos, hacia sí mismos, hacia los demás y hacia la naturaleza en la deliberación de lo justo y lo bueno.
La Humanidad, en los países desarrollados, cada vez se acerca más a la posibilidad de abandonar los valores existentes de relaciones entre los seres humanos, para asumir sin remordimiento ninguno y sin hipocresías de ninguna clase la deshumanización planetaria y proceder a extinguir o dejar en el abandono absoluto a las mayorías miserables que habitan el mundo (Fuenmayor, 2002), las cuales pueden llegar a constituir una amenaza contra la pervivencia del modo de vida que hoy lo conocemos.
Ante esta realidad mundial actual, es imposible imaginar que podamos imponer un reto ético contrario al señalado, en el que convoquemos a la formación de un hombre más humano, más racional, más comunicativo, más afectivo, más respetuoso de la realidad (Rodríguez-Arana Muñoz, 1999) sin la colaboración decisiva y la alianza, en ese combate, con el pensamiento avanzado del primer mundo. Y es de eso de lo que se trata cuando coincidimos en el llamado por la construcción de una nueva ética, donde la participación universitaria es fundamental dada sus inmensas facilidades al respecto, por una parte, y por ser centro por excelencia de la creación intelectual en todas sus formas, por la otra. Éste sería el primer gran reto ético de las universidades de los países llamados eufemísticamente “en desarrollo”, entre ellos Venezuela.
Estudiante de la Especialidad en Docencia Universitaria (UNERG, Venezuela)