Eudes R. Fernández G.*
Prof. FREDDY CONTRERAS
Saber comunicarse, no es cuestión de decir las cosas, si no que el otro interlocutor pueda entenderlo, teniendo atención, disposición sintonía y confianza.
La escritora española, Carmen Martín Gaite expresó que: “No hay nada que se pueda comparar a la palabra y a la comunicación. No hay nada comparable a poder hablar a la persona adecuada en el momento adecuado en el que la persona a quien se habla tiene ganas de escuchar, y la persona que habla desea hablar.” Este pensamiento adquiere un importante significado cuando nos ubicamos en el ámbito de la educación universitaria actual, especialmente en lo referente a la comunicación Docente-Estudiante, que desde hace un mucho tiempo (aunque con algunas excepciones) se ha mantenido rígida, unidireccional y con fuerte resistente al cambio.
Habitualmente se maneja en las universidades el modelo transmisor, el que, concibe la educación como transmisión de conocimientos para ser memorizados y "aprendidos" por los estudiantes, situando a estos últimos como vasijas y depositarios de informaciones. Es el típico modelo pedagógico de la clase magistral, donde el docente se posa frente a sus alumnos que escuchan para después ser evaluados por la fidelidad (conductismo) con que repiten y reproducen lo escuchado.
Cambiar ese paradigma es vital para el proceso de preparación de los futuros profesionales. La relación comunicacional Docente-Estudiante universitario de forma vertiginosamente debe ir construyendo puentes por los cuales fluya la información de forma constante, clara, de calidad y sobre todo amena. El escritor y filósofo Miguel de Unamuno dijo una vez que “la palabra sabia es aquella que, dicha a un niño, se entiende siempre, aunque no se explique.”
La meta planteada es que dicha relación comunicacional-pedagógica, alcance niveles de excelencia tales que garanticen la mejora de la autoestima y establezcan estrategias de éxito. De la misma manera cuando se instaura un vínculo apropiado se motiva, la creatividad, la consecución de objetivos y el liderazgo; que servirán de combustible para acelerar las capacidades y rendimiento en el aprendizaje. El hecho de que el docente pueda reconocer los estilos de comunicación de los estudiantes y viceversa, es muy útil para lograr buenas interacciones en la vida cotidiana en cualquier ámbito y en toda circunstancia.
La palabra en la relación comunicación Docente- Estudiante representa una acciòn social por medio de la cual se producen estructuras de significación. La voz apunta a las vías por las cuales el profesor y el estudiante universitario producen significados a través de varias posiciones como sujetos que están disponibles en la sociedad.
La comunicación entre el educador y sus discípulos es estructurada por la cultura en la experiencia de la propia subjetividad. La voz constituye una experiencia por medio de la cual los sujetos reclaman sus propias memorias. En la educación postmoderna ha de estar atenta a las distintas voces que entran en la práctica pedagógica. Cuando no se utiliza un texto en específico la voz del Docente se convierte en textualidad. El estudiante debe poder descubrir los códigos culturales del texto y explorar a través de su propia iniciativa.
La anterior aseveración comulga con lo planteado por el escritor británico William Golding, premio nobel de literatura en 1983: “Hay que reivindicar el valor de la palabra, poderosa herramienta que puede cambiar nuestro mundo aún en esta época de satélites y ordenadores.”
*Estudiante de la Especialidad en Docencia Universitaria (UNERG, Venezuela)
Imagen tomada de http://www.ward.edu.ar/agenda/Octubre2008/Octubre110.php
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