MILAGRO CRISTINA CABALLERO
Universidad Nacional
Experimental
Rómulo Gallegos
Doctorado en Ciencias
de la Educación
Cátedra: Gestión
Investigativa
Facilitador: Dr.
Alberto Torres
Sección: 5
El
estudio de la complejidad y de los sistemas complejos ha devenido, desde
mediados del siglo XX, en un objeto de estudio central para la ciencia
contemporánea pero también para la reflexión filosófica, ética y política. El
objetivo de este análisis es realizar una articulación crítica entre dos modos
distintos y antagónicos, quizás, de entender y estudiar la complejidad: el
pensamiento complejo de Edgar Morín y las así llamadas ciencias de la
complejidad. El artículo explora las implicancias y desafíos epistemológicos y
metodológicos que las teorías de la complejidad plantean para la investigación
en ciencias sociales.
Para comenzar a hablar de la complejidad
educativa en el ámbito epistemológico y filosófico, hay que comprender que es
complejidad y educación a fin de unir sus concepciones
y proyectarlas aun entender explicito
y a la vez complejo para el lector.
Es por ello que cabe decir que
complejidad, es la
cualidad de lo que está compuesto de diversos elementos. En términos generales,
la complejidad tiende a ser utilizada para caracterizar algo con muchas partes,
que forman un conjunto intrincado y difícil de comprender. La complejidad es una noción
utilizada en diferentes campos tales como la filosofía y la epistemología (consultar obras de Anthony Wilden y de Edgar Morín ), así como también
la física, la biología (consultar obras de Henri Atlan), la sociología,
la informática, la matemática y también las llamadas ciencias de la información y de la comunicación o TICs. La
definición de "complejidad" por cierto tiene
importantes sesgos diferenciadores según el dominio en consideración.
La
investigación, es una actividad
humana orientada a la obtención de nuevos conocimientos y su aplicación para la
solución a problemas o interrogantes de
carácter científico
En cuanto al estudio de los problemas de complejidad organizada ha sido
una de las preocupaciones centrales en diversas teorías de complejidad
formuladas en el marco de diversas ciencias y disciplinas, como la sistémica,
la cibernética, la biología, la termodinámica, la epistemología, la
antropología y la investigación social de segundo orden, entre otras.
En el plano epistemológico, el propósito del trabajo consiste en buscar
un punto de articulación y complementariedad entre dos modos de abordaje a la
complejidad organizada: el pensamiento complejo y las ciencias de la
complejidad. En el plano metodológico, se aborda una técnica específica de las
ciencias de la complejidad: la simulación basada en agentes.
La ‘complejidad’ constituye una perspectiva novedosa y marginal en la
ciencia contemporánea; su carácter de novedad radica en que el estudio de la
complejidad implica, en buena medida, un quiebre o discontinuidad en la
historia de la ciencia o, más precisamente dicho, en la racionalidad científica occidental. La
complejidad introduce, en el terreno de las ciencias, una racionalidad
post-clásica que habilita e incorpora problemas ignorados o vedados por el pensamiento científico moderno.
Estos problemas involucran, en un sentido no exhaustivo, cuestiones relativas al
desorden, el caos, la no-linealidad, el no-equilibro, la indecibilidad, la
incertidumbre, la contradicción, el azar, la temporalidad, la emergencia, la
auto-organización. La complejidad puede entenderse, por lo tanto, como un paradigma científico emergente que
involucra un nuevo modo de hacer y entender la ciencia, extendiendo los límites
y criterios de cientificidad, más allá de las fronteras de la ciencia moderna,
ancladas sobre los principios rectores del mecanicismo, el reduccionismo y el
determinismo (Morín 2004b; Sotolongo y Delgado Díaz 2006; Vilar 1997).
La complejidad como objeto de reflexión ha estado ausente de los grandes
debates de la filosofía de la ciencia del siglo XX; de Viena a Popper, y de
éstos a la filosofía post-empirista (post-kuhniana y post-popperiana), de hecho
la complejidad no ha sido una cuestión pensada y debatida por los grandes
referentes de la filosofía de la ciencia, como si lo ha sido, la verdad, la
inducción, la racionalidad, los valores (Morín 1990). La complejidad, en tanto
problema, conjunto de teorías, métodos y en un sentido más general, como campo
de estudios de la ciencia contemporánea, o mejor aún, como un paradigma
científico emergente, es incluso más marginal en las ciencias sociales y
humanísticas. La epistemología y metodología de las ciencias sociales, de un
lado; y las teorías contemporáneas de la complejidad, del otro, son dos mundos
con escasos puntos de conexión y con pocos puentes articuladores.
La propuesta del pensamiento complejo desarrollada por Morín consiste en
un replanteo epistemológico que lleva a una nueva organización del
conocimiento, tanto a nivel personal como social e institucional. Se trata de
una estrategia meta-cognitiva que tiene por finalidad reformar los principios
matriciales del pensamiento simplificador (disyunción y reducción) que llevaron
a la instauración de las dicotomías fundantes de la matriz de pensamiento
occidental: sujeto/objeto; mente/cuerpo; cultura/naturaleza; filosofía/ciencia;
valor/hecho; afectividad/razón. Así,
el pensamiento complejo reclama la constitución de un saber
pertinente, ecologizado, histórico, contextual. El replanteo epistemológico que
formula el pensamiento complejo se extiende, al mismo tiempo, más allá de la
dimensión epistémica de la ciencia y desemboca en una propuesta ético-política:
el desarrollo de una política planetaria de civilización, la constitución de
una ética planetaria y el pleno empleo de las potencialidades humanas para
civilizar nuestras ideas. La conjunción de estas tres vías permitiría, según
Morín, salir de la edad de hierro planetaria y de la prehistoria del espíritu,
para dar a luz a la humanidad de la humanidad, es decir, el surgimiento de una
verdadera ciudadanía planetaria, la Tierra-Patria. Podemos ver que la complejidad general, en la propuesta del pensamiento complejo,
desemboca en una reforma de la civilización occidental.
Por el contrario, las ciencias de la complejidad, pese a sus avances
tecnológicos instrumentales de punta, están enraizadas en una epistemología
pobre, estrecha y limitada, que impide conectar de modo explícito el saber
científico, con la filosofía, la política, la ética y la vida. Los supuestos
epistemológicos que sustentan a las nuevas ciencias de la complejidad no
permiten dar cuenta de la dimensión ético-política constitutiva y condicionante
de toda práctica científica. Se convierten así, bajo el halo de una supuesta
neutralidad ideológica, en herramientas con profunda significación política,
casi siempre funcionales a los intereses del norte.
Para expresarlo de modo claro y directo, pensamiento complejo y ciencias
de la complejidad son dos modos de abordaje que se ignoran mutuamente con pocos
puntos de contacto sistemáticos y explícitos. Tomados aisladamente cada uno de
ellos es en sí mismo insuficiente. Mirados con ojos críticos, el pensamiento
complejo presenta una hipertrofia filosófica, es como un cuerpo con una gran
cabeza pero con manos pequeñas: puede pensar y decir mucho, pero hacer poco.
Las ciencias de la complejidad presentan una hipertrofia práctica, son como un
cuerpo con una cabeza diminuta pero con brazos
y manos ágiles y fuertes: pueden hacer mucho, pero pensar poco. Hay una
complementariedad necesaria entre pensamiento y ciencias de la complejidad. El
pensamiento complejo puede brindar el campo reflexivo necesario para
desarrollar un marco epistémico inclusivo de valores éticos y políticos
conformes a las necesidad y desafíos de las comunidades sociales, locales,
nacionales, regionales y planetaria. Las ciencias de la complejidad pueden
brindar Nómadas.
Bibliografía
·
MORIN,
EDGAR, (1990), Introducción al
Pensamiento Complejo. 2001, 4ª reimpresión, 1º ed. Gedisa, Barcelona.
·
MORIN,
EDGAR. 2008. Complejidad restringida,
complejidad general Biblioteca
·
Virtual
Participativa de la Complejidad, 2004a [cited 19-11 2008]. Available
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MORIN,
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Participativa
de la Complejidad, 2004b [cited 19-11 2008]. Available from
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