Aholimar S. Hernández L.*
Dentro del proceso de formación educativa, los valores constituyen aspectos esenciales para que nuestros jóvenes educandos afirmen su identidad y adquieran el sentido de Responsabilidad, Ética, Moral y sobre todo que asuman su personalidad de manera correcta sin desviarse del camino social para el cual se les esta formando.
En cuanto a los programas de Educación en Valores, éstos nacen a iniciativa del Estado y la comunidad como respuesta a la complejidad de los problemas, sociales, económicos y urbanos que enfrenta nuestro país. Dichos programas pretenden sensibilizar e involucrar a los diferentes sectores de la comunidad: escolar, empresarial, social, religioso…etc., preocupados por el deterioro gradual que actualmente se está experimentando.
Sin embargo,
Ante la falta de un programa serio de formación en valores, somos testigos como los problemas sociales, delincuencia y el pandillaje tanto en las comunidades como en los centros educativos ocasionan serios estragos en nuestra sociedad, no solo a nivel físico material, sino también mental y cultural.
Evidentemente, la sociedad se enfrenta a una crisis de valores que se refleja, principalmente en la juventud (la generación que se levanta); en su creciente pérdida de identidad, en las actitudes que asumen ante la realidad, etc. Por lo que resulta necesaria la promoción de acciones que impacten en la personalidad de los jóvenes, educarlos en y para los valores como estrategia para formarlos para la vida y la paz.
Es por ello que, la educación como principal factor de cambio no puede permanecer ajeno a las transformaciones actuales en los órdenes económico, social y político; por el contrario, debe reorientar sus acciones hacia la creación de un modelo que además de transmitir conocimientos, forme a sus alumnos en la responsabilidad ética. Un modelo de acción educativa que vaya encaminado a enseñar para la vida, que es la preocupación central de una educación en los valores.
Familia, Escuela y Comunidad deben formar unidad. Unidad que en muchos de los casos se ha disuelto y que es necesario promover su rescate. La escuela por un lado, es responsable de la formación académica de sus alumnos, dejando a la familia la responsabilidad de la formación moral. Es necesario, entonces, abrir espacios en la vida de la comunidad donde se permita a los jóvenes mostrar su calidad humana, sus capacidades y sus valores.
*Estudiante de la Especialidad en Docencia Universitaria (UNERG, Venezuela)
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