Foucault, usos en educación

martes, 9 de julio de 2013

APRECIACIONES SOBRE EL DISCURSO TRANSDISCIPLINARIO


Jeroh Montilla
   
 
Vamos iniciar estas apreciaciones o apuntes con una interrogante un tanto odiosa: ¿cuáles son las vinculaciones del discurso transdisciplinario con el poder y sus instituciones? No se pretende aquí responder definitivamente esto, agotarlo en una precisa exposición de evidencias, más bien la intención es dar rienda suelta a una sucesión de preguntas, unas necesarias y otras de sentido aleatorio, la idea es dejar en el aire una pluralidad de sospechas. Las ideas es que las respuestas sean nada concluyentes y hasta saludablemente contradictorias.
En realidad el término transdisciplinariedad es de reciente data. Según Nicolescu (2006) esta palabra:
apareció en Francia en 1970, en las pláticas de Jean Piaget, Erich Jantsch y André Lichnerowicz, en el taller internacional denominado “Interdisciplinariedad-Problemas de la Enseñanza e Investigación en las Universidades”, financiado por la Organización Económica para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE), en colaboración con el Ministro Francés de Educación y la Universidad de Niza. (Pág. en línea)
Cuarenta y tres años de existencia, hasta el momento, para un término es un tiempo muy corto si se compara con algunos igual de vigentes como son el liberalismo, materialismo, humanismo, marxismo, etc. Ahora bien, es importante fijarse en la cita, tanto en la calidad de los propulsores del término como en la institución que financia el evento donde se internacionaliza esta palabra. Esto último es importante para la intención interrogativa que subyace en estas apreciaciones.
Otro aspecto interesante que cruza la historia de la transdisciplinariedad es la diversidad de visiones de la misma. Kleín (2004) refiriéndose a las primeras visiones de los iniciadores de la transdisciplinariedad dice:
Jean Piaget veía la transdisciplinariedad como una etapa más alta en la epistemología de las relaciones interdisciplinarias. Este autor creía que la maduración de las estructuras generales y patrones generales del pensamiento a través de los distintos campos podría llevar a una teoría general de sistemas o estructuras…Erich Jantsch, por su parte, propuso un modelo jerárquico para el sistema de la ciencia, la educación y la innovación. Este autor visualizaba todas las disciplinas e interdisciplinas como siendo coordinadas por una axiomática general, con un mutuo enriquecimiento de epistemologías. (Pág. en línea)

Resultan muy amplias, por no decir ambiciosas, las perspectivas conceptuales y epistemológicas de Piaget y Jantsch. Al leer estas concepciones es inevitable remitirse a la figura de Thomas Kuhn y su texto La estructura de las revoluciones científicas. Surge la tentación de visualizar la transdisciplinariedad como una nueva revolución científica. Este texto se editó en 1962, aunque venía siendo escrito desde 1942. Puede pensarse, gracias a sus pretensiones, que la transdisciplinariedad implica necesariamente un nuevo modelo de pensamiento, un modelo que trasciende la particularidad de sus autores y se inserta en causalidades históricas más profundas y anónimas.
Luego de este momento llegamos a 1994 y el Primer Congreso Mundial de Transdisciplinariedad en Portugal. En este escenario emerge la figura de Morin y su rúbrica intelectual sobre lo que se conoce como la Carta de la Transdisciplinariedad. Es importante precisar que detrás de este evento se encuentra la mano de la UNESCO, otra organización internacional tan poderosa como la Organización Económica para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE) que estuvo detrás del evento de 1970.
Después de esta corta travesía histórica es bueno regresar a la pregunta con se inicia más arriba este texto: ¿cuáles son las vinculaciones del discurso transdisciplinario con el poder y sus instituciones? La pregunta visualiza la transdisciplinariedad no tanto como un mero fenómeno de ejercicio científico dentro del universo de las ciencias sino también como un discurso. Edgardo Castro (2004) citando a Michel Foucault dice que “El discurso está constituido por un número limitado de enunciados para los cuales se puede definir un conjunto de condiciones de existencia.” (Pág. en línea) Aquí se presenta al discurso como un universo cerrado de enunciados. Para algunos estudiosos el método de análisis foucaultiano procede inicialmente por negatividad, negar categorías o nociones que amarren el análisis a la idea de continuidad, de encontrar o establecer a como dé lugar el hilo conductor u umbilical de los objetos o fenómenos estudiados. Personalmente creo que Foucault no niega, eso no le interesa, sería tan igual como afirmar, más bien procede es fenomenológicamente, suspende, crea una nueva situación analítica de epojé restringida, para ver que arroja esa situación hipotética, que nuevos panoramas o detalles quedan al descubierto con sacar de escena una o varias de las categorías analíticas tradicionales. En la definición que cita Castro se habla de las condiciones de existencia de los discursos. Es decir que un discurso aparece y se despliega solo en un marco particular de condiciones de existencia.
Ahora bien, otra característica resaltante del análisis foucaultiano es su deriva categorial o nocional misma. A la par que avanza deja atrás, digamos metafóricamente, escaleras, las sustituye a la medida de sus nuevas necesidades analíticas, no se ata a absolutos en el terreno metodológico. Ejemplo de ello es como reemplaza la noción de episteme con la de dispositivo y esta a su vez por la de práctica. Es significativo eso de apartarse de la poderosa y hoy casi imprescindible noción de episteme, que marca rumbos muy precisos en el análisis discursivo. Foucault se aventura en su análisis arqueológico de lo discursivo en otras rutas. Penetra el terreno de lo no discursivo para desnudar o recrear lo discursivo. En el año 1970 (por cierto fecha coincidente con el taller donde surge, de boca de Piaget, la noción de transdisciplinariedad) Foucault (1970) en su lección inaugural del Colegio de Francia expresa una postura cautelosa antes las implicaciones de poder y saber de lo discursivo. Allí haciendo uso de una actitud genuinamente fenomenológica muestra sus dudas ante tradicional uso de la noción de autor. Al inicio de su discurso expresa:
Me hubiera gustado darme cuenta de que en el momento de ponerme a hablar ya me precedía una voz sin nombre desde hacía mucho tiempo: me habría bastado entonces con encadenar, proseguir la frase, introducirme sin ser advertido en sus intersticios, como si ella me hubiera hecho señas quedándose, un momento, interrumpida. No habría habido por tanto inicio; y en lugar de ser aquel de quien procede el discurso, yo sería más bien una pequeña laguna en el azar de su desarrollo, el punto de su desaparición posible. (Pág. En línea)
Sin embargo, ante ese deseo, aparentemente anárquico y quimérico, de desdibujarse el mismo como autor en medio del torrente discursivo, Foucault deja al descubierto como lo institucional emerge irónicamente como ente legitimador de lo discursivo. La institución aparece para instaurar un orden haciendo uso de su madeja de rituales y solemnidades determinando que es y no es en el marco del discurso. En este punto, por segunda vez invito a regresar sobre los pasos iniciales de estas apreciaciones y volver hacernos la pregunta: ¿cuáles son las vinculaciones del discurso transdisciplinario con el poder y sus instituciones?
        Siguiendo con el discurso de Foucault en 1970 este más adelante visualiza:
El deseo dice: «No querría tener que entrar yo mismo en este orden azaroso del discurso; no querría tener relación con cuanto hay en él de tajante y decisivo; querría que me rodeara como una transparencia apacible, profunda, indefinidamente abierta, en la que otros responderían a mi espera, y de la que brotarían las verdades, una a una; yo no tendría más que dejarme arrastrar, en él y por él, como algo abandonado, flotante y dichoso». Y la institución responde: «No hay por qué tener miedo de empezar; todos estamos aquí para mostrarte que el discurso está en el orden de las leyes, que desde hace mucho tiempo se vela por su aparición; que se le ha preparado un lugar que le honra pero que le desarma, y que, si consigue algún poder, es de nosotros y únicamente de nosotros de quien lo obtiene». (Pág. en línea)
Es decir que delante de un discurso equis, con pretensiones de vigencia social, siempre marcha una institución o la institucionalidad que lo legitima y a su vez tamiza y controla los poderes particulares de este discurso. Penetremos, como ejercicio analítico, el discurso de la transdisciplinariedad con los ejes sociales del saber y el poder en el ámbito universitario y visualizaremos sus poderes específicos y como la institucionalidad universitaria maniobra para conjurar su posible peligrosidad epistémica. Veremos como la controla o intenta controlarla.
       De entrada hay que decir que el discurso transdisciplinar tiene un campo de acción que es el científico, es allí donde nace, puede pasearse tácticamente por lo no científico, pero de un modo u otro regresa, por un asunto ontoteológico, a los predios legitimadores de la ciencia. De hecho los asuntos transdisciplinarios son cuestiones, hasta el momento, entre expertos disciplinares que intentan trascender sus limitaciones fronterizas. Esto deja a las claras que el discurso transdisciplinario se origina en el seno de la institución universitaria y por lo tanto es la universidad la institución que marca hasta ahora su legitimación.
Foucault plantea que en la producción social de los discursos existen procedimientos de control, selección y distribución. Los procedimientos de exclusión, de tipo externo al discurso, son los de prohibición, los de separación y rechazo y los de oposición entre lo verdadero y lo falso. Estos procedimientos se ejercen sobre el soporte institucional. Los de limitación, que se caracterizan por ser de tipo interno y dedicado a evitar lo azaroso en los asuntos discursivos, este tipo de procedimientos son el comentario, el autor y la organización de las disciplinas. Por último están los procedimientos que establecen las condiciones de uso de los discursos. Estos establecen las reglas y limitan la participación a un público restringido. Allí prevalece el ritual, las sociedades discursivas, las doctrinas y la adecuación social que se impone a través del aparato político-educativo. Todo esto lleva a derribar el mito de la naturalidad en la producción discursiva. Los discursos no emergen por generación espontánea, o las meras buenas o malas intenciones de sus autores, sino que su nacimiento responde a un conjunto de intereses. Los discursos son una realidad material. Entonces los discursos no pueden reducirse meramente a su labor transmisora y a lo explícito de su mensaje, sino que son atravesados en su generación y producción por los implacables ejes del saber y el poder, respondiendo a los intereses que se juegan en estos.
Ahora bien la producción y desarrollo del discurso transdisciplinario no ha estado exento de estos procedimientos, cabe entonces averiguar como vienen aplicándose estos. Hasta el momento las instituciones sociales que ha administrado la producción y distribución del discurso transdisciplinarios son de carácter internacional, en un panorama mediático, pero en verdad es la universidad quien lo hace. Parece ser lo obvio. Se trata de las disciplinas universitarias. Sin embargo los alcances y las pretensiones de lo transdisciplinario parecen superar los ámbitos de la academia superior, sus consecuencias y alcances buscan abarcar la actual sociedad entera occidental.
Ante esta respuesta a la pregunta con que iniciamos este ensayo, es necesario plantearse otra: ¿hay que dejar el discurso transdisciplinario en manos de la universidad? Dejarlo en las manos de lo que Foucault denomina: “…las «sociedades de discursos», cuyo cometido es conservar o producir discursos, pero para hacerlos circular en un espacio cerrado, distribuyéndolos nada más que según reglas estrictas y sin que los detentadores sean desposeídos de la función de distribución.” (Pág. en línea) Es claro cuando alerta incluso frente a pretendida inmunidad de algunos discursos, dice: “Pero que nadie se engañe; incluso en el orden del discurso verdadero, incluso en el orden del discurso publicado y libre de todo ritual, todavía se ejercen formas de apropiación del secreto y de la no intercambiabilidad.” (Pág. en línea) Foucault plantea algunas acciones de resistencia ante la acción hegemónica de las instituciones frente a los discursos. Para esto primero denuncia que bajo la veneración que en estos tiempos se hace del discurso se manifiesta un temor, una especie de logofobia, fobia muy bien apuntalada por la filosofía que surge en la historia para hacerle juego a todos los procedimientos de regulación discursiva:
Todo pasa como si prohibiciones, barreras, umbrales, límites, se dispusieran de manera que se domine, al menos en parte, la gran proliferación del discurso, de manera que su riqueza se aligere de la parte más peligrosa y que su desorden se organice según figuras que esquivan lo más incontrolable; todo pasa como si se hubiese querido borrar hasta las marcas de su irrupción en los juegos del pensamiento y de la lengua. Hay sin duda en nuestra sociedad, y me imagino que también en todas las otras, pero según un perfil y escansiones diferentes, una profunda logofilia [sic], una especie de sordo temor contra esos acontecimientos, contra esa masa de cosas dichas, contra la aparición de todos esos enunciados, contra todo lo que puede haber allí de violento, de discontinuo, de batallador, y también de desorden y de peligroso, contra ese gran murmullo incesante y desordenado de discurso. (Pág. en línea)
Para enfrentar esto propone una metodología basada en cuatro principios: trastocamiento, discontinuidad, especificidad y exterioridad. Cabe aplicarlos en una primera instancia al análisis del discurso transdisciplinario, un análisis de aguda tarea crítica de carácter genealógico. Es decir, visualizar el discurso transdisciplinario en su auténtica e inauténtica función de poder.

REFERENCIAS
Castro, Edgardo (2004) El vocabulario de Michel Foucault. [Página en línea], Disponible:
Foucault, Michel (1970) El orden del discurso. [Página en línea], Disponible:
Klein, Julie T. et al (2004) Transdisciplinariedad y Complejidad en el Análisis Social. [Página en línea], Disponible: http://unesdoc.unesco.org/images/0013/001363/136367s.pdf
[Consulta 2013 Mayo, 16]
Nicolescu, Basarab (2006) Transdisciplinariedad: presente, pasado y futuro. [Página en línea], Disponible: http://www.cea.ucr.ac.cr/CTC2010/attachments/120_TransDBasarab1.pdf [Consulta 2013 Mayo, 16]
Imagen tomada de  http://www.altonivel.com.mx/mark-ryden,-un-provocador-en-el-surrealismo-pop.html

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